El 8 de agosto de 2008 tuvo lugar la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Pekín. El Estadio Nacional (conocido como el “Nido de Pájaro”) fue testigo de una de las ceremonias más monumentales e impresionantes de la historia olímpica. Miles de atletas desfilaron ante los ojos de todo el mundo para contemplar el encendido del pebetero de la vigésimo novena olimpiada.
En esa noche del 8/08/2008 — el número 8 es asociado en la cultura china con la suerte y la prosperidad — mientras se desarrollaba la inauguración olímpica, el equipo español de ciclismo descansaba para la prueba en ruta masculina que tenía lugar la mañana siguiente. La selección, dirigida por Francisco Antequera, confeccionaba la estrategia a seguir con un equipo aspirante a todo.
España acudía a Pekín con Alberto Contador y Carlos Sastre (ganadores del Tour de Francia en las dos últimas ediciones), Alejandro Valverde (uno de los mejores clasicómanos de la historia), un triple campeón del mundo como Óscar Freire y un polivalente Samuel Sánchez. El ciclista asturiano fue el último en reincorporarse al equipo debido a la caída que sufrió Oscar Pereiro semanas antes en el Tour de Francia.
La selección española en Pekín 2008. Foto: El Correo
Alejandro Valverde partía como uno de los grandes favoritos para hacerse con el oro olímpico junto al italiano Paolo Bettini, vencedor en Atenas 2004. La selección italiana presentaba también un equipo poderoso conformado por Davide Rebellin, Marzio Brusheghin, Franco Pellizotti, Paolo Bettini y un joven Vincenzo Nibali..
Los corredores tenían que afrontar un recorrido de 245 kilómetros que se iniciaba en la emblemática Plaza de Tiananmen bajo el imponente retrato del Presidente Mao. Los primeros kilómetros atravesaron algunos de los puntos más emblemáticos de la ciudad pekinesa y de su villa olímpica. Los altos niveles de contaminación y la asfixiante humedad añadieron una especial dureza a la carrera que generó por momentos un aire irrespirable. El circuito final consistía en atravesar unas carreteras quebradas de gran dureza incrustadas en los frondosos bosques que rodean la Gran Muralla.
Fue una carrera estratégica e imprevisible. Hubo un gran número de abandonos por las duras condiciones medioambientales. Óscar Freire abandonó en el primer tercio de la carrera por una gripe que arrastraba desde unos días antes de empezar. Mientras que Carlos Sastre y Alberto Contador se mantuvieron muy activos, tanto en la escapada como en el grupo principal. Valverde se mantenía vigilante con Bettini. El transalpino y el murciano no se quitaron ojo en las más de seis horas de carrera. Samuel Sánchez, que pasaba un poco más desapercibido, aprovechó su buena forma para meterse en alguna escapada de calidad. Siguiendo en todo momento la estela de algún integrante de la selección italiana, especialmente Davide Rebellin.
El pelotón frente al retrato de Mao en la Plaza de Tiannamen. Fuemte: Xinhua
En un ambiente de bruma, humedad y calor las últimas vueltas del circuito son una agonía. Goterones de sudor inundan los rostros de los ciclistas de un pelotón que va mermando sus unidades. Poco antes de la última vuelta, Andy Schleck lanza un poderoso ataque que marca la selección definitiva de la carrera. Le siguen a su rueda Rebellin y Samuel Sánchez. Algo más distanciados se quedan Michael Rogers y Kolobnev . El grupo principal sigue comandado por Bettini y Valverde que siguen marcándose de cerca y viendo como sus opciones de triunfo se alejan.
A falta de dos kilómetros, al dúo perseguidor de Rogers y Kolobnev se une Cancellara. El suizo, rodador inagotable, fusiona ambos grupos en el último kilómetro. Dudas y nervios de seis corredores que intentan alcanzar la gloria olímpica. El ritmo se desacelera, las fuerzas son escasas y el impulso del grupo perseguidor alienta en los cogotes del grupo de cabeza. Pero ya nadie más se uniría. Seis corredores para tres medallas olímpicas.
Resta un último kilómetro que se hace eterno. Todos se vigilan y miden las distancias al máximo. A falta de 200 metros para la meta Kolobnev decide lanzar el sprint, a su rueda se suelda Samuel Sánchez. El asturiano decide sobrepasar al ruso. Se pone en primera posición y lanza unas pedaladas poderosas sobre su bicicleta. Mira hacia atrás y nadie le sobrepasa. Samuel Sánchez gana el oro olímpico.
Samuel Sánchez al cruzar la línea de meta en Pekín 2008. Foto: arueda.com
En aquella mañana del 9 de agosto de 2008, Samuel Sánchez inscribió su nombre con letras doradas en la historia del ciclismo español. En el primer día de competición de los Juegos Olímpicos de Pekín, el asturiano completó una carrera memorable que le elevó a los altares del olimpismo.