El Bosque de Arenberg es uno de esos lugares sagrados del ciclismo. Una estrecha y pedregosa carretera de 2.400 metros de longitud construida en tiempos de Napoleón Bonaparte. Arenberg es un tramo decisivo en el transcurso de cada París-Roubaix desde el año 1968. El duro e implacable adoquinado que conforma su irregular pavimento hace que sea uno de los tramos más peligrosos del Infierno del Norte. Jean Stablinski, ciclista francés de la década de los sesenta, aseguraba que “Arenberg es como descender a una mina de carbón. Si empiezas a pensar en el peligro, no irías allí”.
Arenberg es salvaje, peligroso, temible, etc. Un tramo de poco más de dos kilómetros y situado lejos de la meta de Roubaix, pero con la capacidad de decidir el curso de uno de los monumentos más simbólicos del ciclismo.
La chicane de Arenberg
El pasado 3 de abril la organización de la París-Roubaix ( A.S.O) publicó en sus redes sociales la incorporación de una chicane antes de la entrada en Arenberg. La decisión fue tomada en base a una petición de la CPA (Asociación de Ciclistas Profesionales), presidida por Adam Hansen, con el objetivo de reducir la peligrosidad del tramo.
La CPA considera que entrar a una velocidad superior a los 60km/h en el adoquinado de Arenberg supone un gran riesgo para la integridad física de los ciclistas. Para reducir este riesgo, la elección ha sido establecer una especie de chicane unos metros antes para reducir la velocidad de entrada del pelotón al pavés de Arenberg.
En color verde se observa el tramo de la chicane de Arenberg para reducir la velocidad del pelotón. Foto: L´Équipe
Es difícil de comprender este tipo de decisiones que abogan por mejorar la seguridad del pelotón. La chicane va a provocar una pelea sin cuartel en los kilómetros previos para ganar posiciones. Además, el estrechamiento de la carretera en el momento de salir de la chicane va a generar un importante riesgo de caída.
Este tipo de actuaciones que parecen ser fruto de la improvisación no cuentan con un consenso generalizado dentro del pelotón. Mathieu van der Poel, gran favorito a levantar los brazos en Roubaix, ya mostró su desacuerdo en redes sociales sobre la chicane.
La importancia de la seguridad ( con sentido común)en el ciclismo
El ciclismo en los últimos años ha vivido decisiones controvertidas en materia de seguridad, rozando en muchas ocasiones el absurdo. Los recortes de etapas, modificaciones de recorrido por condiciones meteorológicas o medidas como la chicane, no ayudan al deporte, ni al aficionado, ni a los patrocinadores que sustentan este deporte.
La seguridad debe ser un pilar fundamental en la organización de cada carrera del calendario ciclista. Y más viendo las sobrecogedoras imágenes de la caída en la jornada de ayer en la Itzulia. Sin embargo, se deben tomar decisiones razonadas y meditadas que garanticen con sentido común la seguridad de un deporte que se desarrolla a lo ancho y largo de las carreteras del globo.
El ciclismo profesional es un deporte de riesgo, y carreras como la París-Roubaix llevan al límite la capacidad de los corredores. Debe primar siempre la seguridad de los ciclistas y asegurar su integridad, pero la chicane de Arenberg es una de esas decisiones que desvirtualizan la naturaleza intrínseca de este deporte. El ciclismo es a lo que Arenberg era para Jean Stablinski “si empiezas a pensar el peligro, no irías allí”.