Fue creada en 1891 y se disputó por última vez en 1988. Se celebraron un total de 86 ediciones y Herman Van Springel tiene el record con 7 victorias. Ferdi Kubler, Louison Bobet, Tom Simpson, Jacques Anquetil, Jan Janssen, Walter Goodefroot o Duclos-Lasalle fueron algunos de sus vencedores más ilustres. Solían triunfar los rodadores duros y rocosos ya que el perfil era prácticamente llano.
Desde 1910 se permitió que otros ciclistas y tandems colaboraran, a modo de liebres, para que los principales pudieran ir a rueda. Al principio, esta ayuda estaba permitida desde el principio hasta la mitad del recorrido pero más tarde se modificó y pasó a ser desde la segunda mitad hasta París. A partir de 1931 el acompañamiento pasó a realizarse en unas motocicletas utilizadas en ciclismo en pista, conocidas como dernys, que hoy en día veríamos como una bicicleta estrafalaria con un motor rudimentario. El rebufo de estas, les permitía mantener una velocidad de 50-60 km/h. La ayuda motorizada se mantendrá hasta 1985, cuando la decadencia de la prueba ya era palpable y la organización se encontraba con graves dificultades económicas.
LOS ANTECEDENTES
El Veloce Club Bordelais (VCB), en aquel momento el club ciclista francés con más licencias, se planteaba allá por 1890 organizar “la carrera de velocípedos más grande del mundo”. En principio, tenían en mente que fuera una carrera por carretera de 12 o 24 horas, que era la duración que se estilaba en las competiciones de pista de la época. Debido a las diversas complicaciones logísticas y de control de paso, en un sinfín de dificultades y problemas, se decidió simplificar y unir las dos ciudades más importantes de Francia: Burdeos y París. A través de las escasas y maltrechas carreteras de finales de siglo XIX la mínima distancia a recorrer ascendía a unos 577 kilómetros.
George Thomas, presidente del VCB, conocía bien el trayecto elegido pues se había atrevido a realizarlo en triciclo junto a Maurice Martin (secretario del VCB) y Oscar Maillotte. La organización fijó el precio de la inscripción en 10 francos y se estimaba una participación de al menos 40 corredores.
Pese a que aquel mismo año (1891) había sido creada la Paris-Brest-Paris, de 1200 kms, en Francia no habían existido con anterioridad carreras tan largas. Los ingleses eran los especialistas en esta disciplina, ya que contaban con la North Road, de 700 kms, entre Edimburgo y Londres, y varias pruebas interminables a cronometro.
El más fuerte en las largas distancias era Montague Alfred Holbein, recordman en 1889 con 540 km en 24 horas. Otro especialista era George Pilkington Mills, primero en la célebre Land’s End to John’s o’Groats (1400 kms), que atravesaba Gran Bretaña de sur a norte. En lo que a los franceses se refiere, Charles Terront (vencedor en la primera Paris-Brest-Paris) no podría participar en la Burdeos-Paris al ser considerado ciclista profesional y estar reservada a corredores amateur. Su mayor rival hasta el momento era el comerciante Joseph-Louis Jiel Laval (2º en la P-B-P).
LA PRIMERA EDICIÓN
Sábado 23 de mayo de 1891. A las 5:01 se daba el pistoletazo de salida. 28 corredores partieron desde Burdeos: 22 franceses, 5 ingleses y 1 suizo. Los puntos de control fueron establecidos por la organización en Berbezieux, Angoulême, Ruffec, Poitiers, Châtellerault, Sainte-Maure, Tours, Château-Renault, Vendôme, Châteaudun, Chartres, Rambouillet y Versalles.
Algo más tarde de las 6 de la madrugada del día siguiente, domingo 24 de mayo, llegaba el primer clasificado y ganador de la prueba, el inglés George Pilkington Mills, con un tiempo de 26 horas, 34 minutos y 57 segundos. Al alba, más de 2.000 espectadores vivieron bajo el diluvio ese momento historíco. El segundo, el también inglés Holbein, llegaría 1 hora y 20 minutos después. Los cuatro primeros clasificados fueron ingleses: Mills, Holbein, Edge y Bates. A las 15:20 apareció en meta el primer francés, Laval. Durante el trascurso de la jornada dominical, unas 20.000 almas se congregaron para dar la bienvenida al resto de ciclistas. En total, fueron 19 los participantes que lograron terminar la prueba y el último en llegar en París fue el francés Joseph Jouve, a 19 horas de Pilkington Mills.
Pese a no alcanzar la participación deseada, obtuvo un éxito considerable y una enorme repercusión mediática, sembrando un precedente en las competiciones ciclistas. Este mismo año se celebrarían pruebas como la Revue des Sports y la París-Dieppe-París. La Lieja-Bastogne-Lieja nacería al año siguiente.
LA GESTA DE ANQUETIL
Archiconocida es la historia de Jacques Anquetil que, ya hacia el declive de su carrera deportiva, logró una hazaña inigualable. Era el ciclista con más Tour de Francia, el primero en llegar al repoker, y necesitaba nuevos retos distintos a la grand bouclé.
Aconsejado por uno de los mejores directores deportivos de la historia, Raphael Geminiani, Anquetil decide emprender un desafío harto bizarro: vencer en la Burdeos-París encadenándola de forma consecutiva con su previa victoria en Dauphiné.
Nada más terminar el Dauphiné (que acababa en Avignon) y llevarse 3 etapas al zurrón más la general, Jacques viajó en avión de Nimes a Burdeos. Una vez allí pudo descansar unas pocas horas antes de que, a las 2.30 de la madrugada, se diera salida hacia París. La travesía, casi una odisea para Monsieur Chrono, no fue un camino de rosas. Pálido y ojeroso, estuvo incluso a punto de abandonar cuando dos rivales se iban por delante. Aun faltaban unos 200 kilómetros y Geminiani tuvo que “motivarle” a su manera. Le dijo que le había decepcionado y que, en realidad, era como todos los demás: vulnerable, débil, vulgar. Surgió el efecto deseado y el normando, con su orgullo herido, se recompuso y alcanzó a Tom Simpson y Jean Stablinsky. En las pequeñas colinas que anteceden a París les dejó para llegar en solitario a un Parque de los Príncipes a rebosar de aficionados. Empleó un tiempo de 15 horas y 3 minutos.
Anquetil no disputaría el Tour de ese año y la sombra del dopaje le persiguió hasta tal punto que fue interrogado por el ministro François Missoffe. La respuesta: “Señor ministro, ¿piensa sinceramente que es posible correr la Burdeos-París después de vencer el Dauphiné con solo unos sobres de azúcar?”. El mismísmo general Charles De Gaulle afirmó que “no me intersa lo que haga mientras gane y suene La Marsellesa en el podio”.
VAN SPRINGEL Y LA DECADENCIA
El belga Herman Van Springel ostenta el record con 7 victorias, lo que valió el sobrenombre de “Monsieur Bordeaux-Paris”. También terminó dos veces segundo y una en tercera posición. Bernard Gauthier le sigue en el palmarés, con cuatro victorias. Gaston Rivierre y George Ronsse vencieron en tres ocasiones.
Durante la dominación de Van Springel, en la década de los 70, ya se advertía cierta decadencia. La belle epoque de la Burdeos-París había pasado. La participación era a menudo asaz pobre y los grandes campeones no mostraban interés por una competición de 600 kilómetros. Era una prueba que precisaba de una preparación específica. Eddy Merckx no llegaría a tomar la salida ni una sola vez.
En 1975, la tercera de Van Springel, solo se presentaron 10 participantes. No es por restarle méritos al belga pero que ganara tantas veces y sus rivales de más renombre fueran Walter Godefroot y Joaquin Agostinho evidenciaba a las claras que no había una gran competencia.
Ya en los 80 fue perdiendo progresivamente aun más interés y se fueron acentuando los problemas económicos. En 1985, debido a la falta de presupuesto, se eliminaron las motos y perdió parte su esencia. Duclos-Lasalle era de los pocos que se pasaba por allí, en lo que ya era considerada una prueba fuera de lugar.
EL FIN
La llama de la Burdeos-París se fue apagando preogresivamente hasta que se celebró por última vez en 1988. Fue una edición muy descafeinada en cuanto a la participación, con solo 51 ciclistas profesionales y amateurs, pero en la que se inscribieron hasta 1.100 cicloturistas.
Desde 1986 se había adoptado la fórmula open, donde profesionales, amateurs, mujeres y cicloturistas compartían escenario. Su último ganador sería el francés del RMO Jean François Rault, ex gregario de Hinault, en el año de su retirada.
RENACIMIENTO
Si bien la Burdeos-Paris no es una competición apta para el profesionalismo moderno sí que reúne las condiciones adecuadas para triunfar en el cicloturismo. Perfecta para románticos y aventureros.
Hubo un amago de regreso en 2014, disputandose en modalidad ciclodeportiva. Las tres categorías fueron: menos de 32 horas, solo o en pareja, y menos de 60 horas. El ganador de la modalidad individual fue Marc Lagrande, seguido de Franck Pencolé y Mickael Gueguen, tres ciclistas semiprofesionales de segunda y tercera clase.
Entre unas cosas y otras no volvió a aparecer hasta 2022. Se disputó bajo la modalidad Ultra Cycling Challenge con una distancia de 650 kilómetros. Ludovic Le Guilly fue el más rápido, por delante de Jean-Marc Bideau y Hughes Faivre d’Arcier.
Para 2023 está prevista una nueva edición manteniendo el formato ciclodeportivo actual, que se celebrará el fin de semana del 21-22 de mayo. Todo apunta a que ha vuelto para quedarse y serán los cicloturistas los que disfruten de esta prueba histórica.