Aprovechando que en la presente edición del Giro de Italia la decimosexta etapa finalizará en la cumbre del Monte Bondone, merece la pena recordar la primera vez que la Corsa Rosa ascendió esta cima dolomítica durante el Giro de 1956. Donde un luxemburgués de nombre Charly Gaul forjó con sus pedaladas una de las páginas más memorables de la historia de este deporte.
Faltaban dos días para que concluyera la edición de aquel Giro. El pelotón se preparaba para afrontar una exigente y gélida jornada alpina de 242 kilómetros entre la localidad de Meramo y el Monte Bondone. El italiano Pasquale Fornara lideraba la general, mientras que Charly Gaul ocupaba el puesto 23 a más de dieciséis minutos de la Maglia Rosa.
La lluvia y la niebla que cubrían Meramo no hacía presagiar un día fácil para los 89 corredores que tomaban la salida. Desde el comienzo de la jornada la lluvia empapó las pesadas prendas de lana con las que vestían en aquella época.
Antes de ascender las exigentes rampas del Monte Bondone tendrían que superar otras cuatro dificultades montañosas: Costalunga, Rolle, Gobbera y Brocon.
El equipo del líder intentó controlar la carrera. No querían sobresaltos y esperaban que la organización cancelará la etapa ante el empeoramiento de las condiciones meteorológicas. Vincenzo Torriani, director del Giro, no contempló esa posibilidad.
Charly Gaul en busca de la victoria de etapa
Charly Gaul se aventuró en solitario en los primeros kilómetros de la etapa con el objetivo de llevarse la victoria e intentar adelantar unos puestos en la general. El luxemburgués, un portentoso escalador, marcó las primeras diferencias al coronar en solitario el Paso de Costalunga.
La lluvia se había convertido en nieve y un suave manto blanco comenzaba a cubrir buena parte de la carretera. En el descenso de Costalunga ante la peligrosidad de besar el suelo, Gaul no tomó riesgos y fue neutralizado por el grupo perseguidor. Mientras tanto, el pelotón se desgranaba poco a poco y los abandonos fueron aumentando a medida que pasaban los kilómetros. El frío comenzaba a atenazar las fuerzas de los corredores.
En las siguientes dificultades montañosas de la jornada el guion se repitió. Gaul se marchaba en solitario en el ascenso y en la bajada era neutralizado por el grupo. El luxemburgués decidió no tomar riesgos en una carretera que iba helándose poco a poco, prefería perder algo de tiempo en ponerse ropa de abrigo y alimentarse para poder afrontar en mejores condiciones los ascensos.
La carrera llegó totalmente rota al Monte Brocon y Gaul se volvió a marchar en solitario, seguido de cerca por el italiano Defiilippis y Bahamontes (el toledano se desenvolvía mejor cuando apretaba el sol, finalmente abandonaría en el descenso del Brocon).
Charly Gaul realizó una extraordinaria subida al Brocon y en el descenso se lanzó a una velocidad vertiginosa. El luxemburgués afirmaría posteriormente que apenas tenía sensibilidad en las manos para apretar los frenos, por lo que realizó una bajada suicida a toda velocidad hasta la localidad de Trento.
Un ángel en el Monte Bondone
En Trento, una localidad enclavada en el corazón de los Alpes que rebosa historia por cada una de sus calles, comienza un serpenteante ascenso de más de veinte kilómetros hasta los 1.654 metros de altitud del Monte Bondone.
Gaul enfiló con su pesada bicicleta de hierro las primeras rampas del Bondone. Paredes de nieve se acumulaban en los márgenes de la carretera. Una fuerte ventisca de nieve y lluvia azotaba el enjuto cuerpo del joven luxemburgués, pero Gaul daba pedaladas como si su vida dependiera de ello.
Gaul ascendía en solitario sin sentir el aliento de ningún rival. Era una lucha individual contra el frío y la nieve en un día de condiciones apocalípticas. Tras algo más de 9 horas de etapa Gaul cruza la línea de meta seminconsciente y en estado grave de hipotermia. Los carabinieri le tienen que ayudar a bajar de la bicicleta ya que no siente las piernas, su maillot totalmente tieso a causa del frío se lo tienen que arrancar con un cuchillo y le sumergen de pies a cabeza en una bañera con agua caliente.
Mientras tanto, otros corredores llegan poco a poco a la meta. En segundo lugar a casi ocho minutos de Gaul llegaría Alessandro Fantini y en el tercer puesto Fiorenzo Magni a diez minutos.
El por entonces líder de la general, Pasquale Fornara, tiene que abandonar cuando solamente le restan cinco kilómetros para llegar a la meta. Al italiano no le obedecen las piernas, no puede dar pedaladas y pone pie a tierra totalmente exhausto.
Finalizan la etapa solamente 43 corredores (hay un total de 46 abandonos). Gaul sumergido en el agua caliente va poco a poco siendo consciente de la gesta que acababa de lograr. Es el nuevo líder del Giro de Italia y se enfunda por primera vez la Maglia Rosa tras escalar más de veinte puestos en la general. A partir de ese día a Gaul se le conocería como “El Ángel de la Montaña”, un ángel que logró su primer Giro de Italia en una de esas etapas impertérritas al paso del tiempo que permanecen en la memoria colectiva de todo aficionado ciclista.