Anquetil y Poulidor en la ascensión al Puy de Dôme en el Tour de Francia 1964
Anquetil y Poulidor en la ascensión al Puy de Dôme en el Tour de Francia 1964

El Puy de Dôme es un volcán extinguido que se erige de forma imponente hasta los 1.415 metros de altitud. Desde su cima se puede contemplar una extraordinaria panorámica de todo el Parque Natural de los volcanes de Auvernia. Un paisaje salpicado de numerosos conos volcánicos recubiertos por un intenso manto verde.

Una estrecha carretera que no cuenta con rectas ni curvas pronunciadas se abre paso enroscándose en el cono volcánico como si de una serpiente se tratara. Es la ascensión al Puy de Dôme, cuyas rampas han sido testigo de alguna de las páginas más memorables de la historia del Tour de Francia. Coppi, Bahamontes, Anquetil, Poulidor, Ocaña o Zoetemelk son algunos de los nombres que forjaron con sus pedaladas la legendaria historia de este gigante del Macizo Central.

Paisaje de Auvernia con vistas a las antenas del Puy de Dôme. Photo: Photononstop
Paisaje de Auvernia con vistas a las antenas del Puy de Dôme. Photo: Photononstop

Grandes historias de ciclismo sobre las rampas del Puy de Dôme

El primero en asaltar la cima del Puy de Dôme fue Fausto Coppi en el Tour de 1952. En aquella edición por primera vez hubo finales en alto, se incluyeron un total de 3: Alpe d`Huez, Sestriere y Puy de Dôme. Todas aquellas llegadas fueron conquistadas por el magnífico corredor transalpino, que se alzaría de forman incontestable con su segundo Tour de Francia.

La siguiente ocasión en la que el Tour acudió al Puy de Dôme fue en 1959. Una cronoescalada en la que los ciclistas tenían que superar los exigentes catorce kilómetros de ascensión. Bahamontes, uno de los grandes favoritos a alzarse con el triunfo de aquella edición, realizó una portentosa actuación marcando el mejor tiempo y distanciando a todos sus rivales directos. El toledano cimentó buena parte de su victoria en la general aquel día sobre las rampas del volcán.

El Puy de Dôme se convirtió en un habitual de la Grande Boucle. Siendo en la mayoría de las ocasiones un juez importante en el devenir de la carrera.

Para los anales de la historia queda la ascensión en el Tour de 1964. Julio Jiménez “El Relojero de Ávila” logró llevarse la etapa, pero su victoria quedó eclipsada por la encarnizada rivalidad entre Anquetil y Poulidor. Ambos ciclistas franceses escenificaron sobre las rampas del Puy de Dôme una de las imágenes más simbólicas del ciclismo. El roce hombro con hombro en pleno esfuerzo de dos hombres que elevaron el ciclismo en Francia a la máxima expresión.  Anquetil se acabaría llevando aquel Tour por un escaso margen de 55 segundos sobre Poulidor.

En 1969 un ciclista de nombre Pierre Matignon tuvo su día de gloria en el Puy de Dôme. El francés al comienzo de la antepenúltima etapa era el farolillo rojo de la carrera. Matignon decide saltar del pelotón y se marcha en solitario a más de sesenta kilómetros de meta.

Matignon llega a las faldas del volcán con algo más de siete minutos de diferencia respecto al pelotón. Ventaja que parece insuficiente teniendo en cuenta que el pelotón es comandado por el poderoso Faema de Eddy Merckx.

Matignon se retuerce en las exigentes rampas mientras Merckx inicia una feroz persecución dejando atrás a todos sus rivales directos.

La victoria de etapa se convierte en una lucha entre el maillot amarillo y el farolillo rojo. Los kilómetros no parecen avanzar para Matignon, que zigzagueante desplaza su bicicleta como buenamente puede sintiendo cada vez más cerca el insaciable aliento del Caníbal.

Apenas quinientos metros distan para llegar a la cima. Merckx atisba en el horizonte la esmirriada figura de Matignon. Merckx acelera, se pone de pie e intenta sobrepasar al francés. Pero el esfuerzo del belga no es suficiente, Matignon logra llegar a meta y alza los brazos en su única victoria como profesional. El francés aseguraría que jamás en su vida sufrió tanto como aquel día.

Matignon en la ascensión al Puy de Dôme. Foto:degribaldy.com
Matignon en la ascensión al Puy de Dôme. Foto:degribaldy.com

Otra de las grandes rivalidades históricas del ciclismo fue la representada por Eddy Merckx y Luis Ocaña, en la que el Puy de Dôme fue un testigo de excepción. En el Tour de 1971 el conquense fue capaz de dejar atrás al fenómeno belga en las rampas del volcán y hacerse con la victoria de etapa. Ocaña había puesto en aprietos a Merckx en aquella edición como nadie lo había hecho antes. Sin embargo, días más tarde la desgracia se cebaría con el corredor español. Ocaña abandonaría vestido con el maillot amarillo tras una dura caída en el descenso del Col de Menté. Merckx volvería a ganar en aquella edición.

Ocaña se resarciría dos años más tarde. Volviendo a alzar los brazos en la cima del Puy de Dôme y haciéndose con la victoria en la general.

Luis Ocaña en cabeza de carrera durante las ascensión al Puy  Dôme en el Tour de Francia 1973
Luis Ocaña en cabeza de carrera durante las ascensión al Puy Dôme en el Tour de Francia 1973

Eddy Merckx no tuvo una especial afinidad con el Puy de Dôme. El belga no logró ganar en su cima y durante el Tour de 1975 se inició sobre las pendientes del volcán el principio del fin de su carrera. Un desalmado aficionado, harto de la hegemonía del belga, le asentó un puñetazo en el hígado en plena ascensión. Merckx perdió tiempo aquel día, y quedaría finalmente segundo en la general por detrás del francés Thévenet. Merckx nunca más volvería a ganar el Tour de Francia.

Otro de los ilustres vencedores del Puy de Dôme fue Joop Zoetemelk. El ciclista neerlandés fue capaz de ganar en su cima en las ediciones de 1976 y 1978 (junto a Ocaña el único doble vencedor). Zoetemelk, une especie de Poulidor al estilo holandés (llegó a ser hasta seis veces segundo en la general del Tour), lograría finalmente llevarse la general en la edición de 1980.

El regreso del mítico volcán al Tour de Francia

El Puy de Dôme siempre ha sido una montaña especial para el ciclismo español, además de las mencionadas victorias de Bahamontes, Julio Jiménez y Ocaña. Ángel Arroyo se llevó la cronoescalada en la decimoquinta etapa en la edición de 1983. En el Tour de 1988, Perico Delgado sentenciaría buena parte de su victoria en la general sobre las rampas del Puy de Dôme, con una portentosa ascensión en la que distanció a todos sus rivales directos. Fue la última vez que el Tour acudió al mítico volcán del Macizo Central.

Desde 1952 hasta 1988 el Puy de Dôme estuvo presente en un total de trece ocasiones, tiempo suficiente para hacer de esta ascensión todo un estandarte del patrimonio ciclista.

La ausencia durante tantos años en el Tour se debe a que el volcán se encuentra en un entono de incalculable valor medioambiental. Un monumento natural declarado “Grand Sites de France” con el fin de salvaguardar un enclave de una excepcional fragilidad.

Más de treinta años después el Tour de Francia volverá al Puy de Dôme, y aunque en los últimos kilómetros de ascensión la carretera estará cerrada al público, a buen seguro será un rencuentro con la historia del ciclismo. El volcán saldrá de su letargo para vivir una nueva erupción de ciclismo.

Un comentario en «El regreso del Puy de Dôme: un rencuentro con la historia del ciclismo»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *