Damiano Caruso es de estos ciclistas con el que te identificas. Cae bien.
Se le ve buena gente, buen compañero, agradecido con el esfuerzo de los gregarios cuando es el líder del equipo.
Porque no se le olvida que, durante bastantes años, fue él el gregario de muchos otros.
Caruso tiene actualmente 34 primaveras. Pero fue a partir del año 2020 cuando se contagió de la fiebre ganadora y empezó a conseguir victorias y resultados sensacionales.
Hasta ese año, la carrera de Damiano había sido sólida, consistente. Siempre de tapado y nunca de líder evidente, el transalpino consiguió alcanzar el Top-10 en el La Vuelta’14 vistiendo la casaca del Cannondale. Y ya con el BMC, repitió hazaña en el Giro d’Italia’15 quedando octavo.
LLegó 2020. Llegó el confinamiento por culpa del bichito cabrón.
Dicen aquello que la pandemia nos hizo mejores personas, porque aprendimos la importancia de vivir el momento.. y no se qué más historias.
No sé si mejor persona, pero a Caruso el parón le vino de maravilla. Fue volver a competir y al poco, ganar en Euskadi el Circuito de Getxo.
Y un mes más tarde, en el Tour de Francia, fue el mejor gregario de la carrera ayudando en todo momento a Mikel Landa y quedando en décima posición. Siendo gregario.
Casi nada.
Debió reflexionar entonces, durante el invierno, sobre sus posibilidades de hacer un gran resultado en una gran vuelta.
Y arrancó la 2021. Aún sin mucho público en las cunetas. El bicho aún circulaba.
En el Giro, Caruso se presentó en la salida como lugarteniente de Landa, buscando repetir las buenas sensaciones del año anterior.
Llega la etapa 5. En una de esas mal llamadas «etapas de transición«, Mikel sufre una caída escalofriante. El Bahrain se queda huérfano de líder. Se plantean hacer la mejor carrera posible y a por etapas.
Y ahí aparece la mejor versión de Damiano Caruso. Hizo una carrera más que sólida, siempre con los mejores. Estuvo en todo momento muy cerca de Egan Bernal. Y en la etapa 20, la penúltima, asesta el golpe definitivo con un ataque espectacular muy lejos de meta, dejando en la última subida, Alpe Motta, a su compañero de fuga Romain Bardet. No gana, pero se queda con un segundo puesto final que para él es la gloria eterna.
Pero es que, unos meses más tarde, en el Alto de Velefique durante la Vuelta, consigue una victoria espléndida tras cabalgar en solitario 60 km demarrando desde la fuga.
Ha empezado el 2022 fuerte, determinado. Con la sonrisa del que ya ha hecho lo que tenía que hacer sobre la bicicleta. Lo cierto es que tiene contrato hasta 2024 con la estructura dirigida por Milan Erzen.
Cuando acabé este artículo había ganado ya una etapa en el Giro di Sicilia (corriendo en su casa), y a la espera de la etapa del Etna, es uno de los grandes candidatos a ganar la clasificación general final.
Larga vida a Damiano. Larga vida a los ciclistas humildes y con clase.
Grande Caruso! Esperemos que las piernas le aguanten algunos años más