Spettacolo y divertimento. Este sería el resumen de la fantástica jornada de ciclismo que nos dejó la Strade Bianche 2022.
Lotte Kopecky, con nombre y apellido
Empezó bien pronto con la carrera Elite femenina. El trazado, de 134 km, fue muy similar al masculino, lleno de trampas y tramos de sterrato de todos los desniveles.
La primera parte de la carrera se disputó con un fuerte viento que ya fue seleccionando de a poco la carrera.
Pero fue cuando el pelotón entró en San Martino in Grania cuando ataques y cortes empezaron a ser constantes. Movimientos de corredoras importantes, como Chantal Blaak, última ganadora de la prueba, o de Marta Bastianelli, pero insuficientes para romper definitivamente al grupo principal.
Antes de llegar a los tres últimos tramos de sterrato, con el equipo Movistar comandando el grupo, el SD Worx jugaba sus cartas para intentar desarticular a Annemiek Van Vleuten. La campeona belga Lotte Kopecky demarraba y adquiría una interesante ventaja, que sirvió para dejar el grupo tan solo con las elegidas.
Llegando al tramo decisivo de Le Tolfe, la campeona holandesa lanzaba su ataque marca de la casa, retorciéndose y sin mirar atrás. Solamente Kopecky fue quién, sorprendentemente, le aguantó la rueda. No pudieron en cualquier caso mantener la ventaja, y el grupo de punta se reagrupó de nuevo antes de la «pared» de Santa Catalina.
En este punto, las dos corredoras más fuertes se volvieron a batir en duelo con el mismo resultado. Van Vleuten no pudo descolgar a la espectacular Kopecky, que se pegó a su rueda para hacer valer su punta de velocidad en las callejuelas previas a la meta, situada en la Piazza del Campo.
Tremendo espectáculo y pura emoción. Lotte Kopecky realizó probablamente la mejor actuación de su carrera, avisando a navegantes que ya no solo es una corredora de pavé y llano.
Tadej Pogacar, el coloso
Si en la carrera femenina hubo emoción hasta el final, la masculina tuvo una emoción bien distinta: la de ver como el imbatible Tadej Pogacar arrancaba a más de 40km para el final y no dar ninguna oportunidad a sus rivales.
Es cierto que no acudieron este año ni Matthieu Van der Poel (vencedor de la última edición), ni Wout Van Aert ni tampoco Egan Bernal.
Sin embargo, hubo un gran cartel encabezado por un Julian Alaphilippe, que vio como unas rachas de viento inesperadas le tumbaban (a él y a muchos más), a 100km de meta.
El francés pudo reenganchar algunos kilómetros más tarde ayudado por sus compañeros, pero cuando atacó el inmenso esloveno, no pudo seguirle el ritmo.
El único que se quedó cerca de conseguirlo fue Carlos Rodríguez, talento indiscutible ya del equipo INEOS.
Fue valiente y perseverante, pero no pudo conseguir su objetivo y fue engullido por un grupo donde tiraban los lobos del Quick Step.
Pogacar seguía manteniendo una ventaja holgada pero nunca definitiva. Por detrás, a falta de 15km, saltaba Kasper Asgreen en busca y captura del actual campeón del Tour de Francia. Justo después, el señor sinpalabras Alejandro Valverde demarraba dejando la compañía de Wellens, Simmons y Narváez, y enganchaba con el gran danés.
Ya en las calles de Siena, baño de masas de Pogacar, que obtuvo una victoria sin paliativos: simplemente espléndida.
Por detrás, casi sin poder verlo en la retransmisión, entraba Valverde con una gran sonrisa en la cara. El cajón lo completó Asgreen.
Probablemente el debate de si la Strade tiene que ser monumento o no seguirá latente. Más allá de si lo acaba siendo, en cada edición los corredores y corredoras demuestran que se divierten en Siena. Y eso se traduce en brillantes carreras tanto en categoría masculina como en la femenina.
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