Bahamontes en la cima del Tourmalet en el Tour de Francia de 1959. Foto France Press
Bahamontes en la cima del Tourmalet en el Tour de Francia de 1959. Foto France Press

En pocos lugares se respira la épica, la dureza y la historia del ciclismo como en el Tourmalet. Un coloso pirenaico situado a 2.115 metros de altitud en el que se han escrito algunas de las páginas más memorables de este deporte.

Sus rampas han sido testigo de exhibiciones de leyenda. Bartali, Coppi, Bahamontes, Anquetil, Merckx o Induráin son algunos de los nombres que forjaron con sus pedaladas la historia de este puerto.

El origen del Tourmalet se remonta a 1910. El por entonces director del Tour de Francia Henri Desgrange confió en su ayudante Alphonse Steinès a que explorará si era viable llevar la carrera a los Pirineos. En las primeras ediciones del Tour no había etapas de montaña en el recorrido. Las etapas se limitaban a cubrir grandes distancias entre las ciudades más importantes del país. Por lo que pensar en la posibilidad de llevar la carrera a los Pirineos era toda una novedad.

Steinès se dirigió a los Pirineos, y visitó los puertos de Peyresourde, Aspin, Aubisque y Tourmalet.

Durante el reconocimiento del Tourmalet, el chófer que le llevaba se vio obligado a detener el coche a cuatro kilómetros de la cima debido a la abundante nieve acumulada en la maltrecha carretera. Stèines decidió seguir a pie en solitario. La noche se le echó encima, y las gélidas temperaturas le llevaron al borde de la hipotermia. Horas después, su chófer y vecinos del pueblo de Barèges lograron rescatarle.

Tras recuperar su entumecido cuerpo del frío, Stèines envió un telegrama a Henri Desgrange que contenía unas palabras no del todo ciertas.

“Atravesado el Tourmalet. Muy buena carretera. Perfectamente practicable”

Alphonse Steinès

Una mentira que cambiaría la historia del ciclismo para siempre.

En la décima etapa de 1910 por primera vez se incluye una jornada de alta montaña en el Tour. Una maratoniana etapa de 326 kilómetros entre las localidades de Luchon y Bayona. Con Peyresourde, Aspin, Aubisque y Tourmalet como principales obstáculos a superar.

Octave Lapize, un menudo ciclista francés fue el primero en coronar el Tourmalet. Lapize hizo buena parte de la subida a pie, empujando su robusta bicicleta por un agrietado camino repleto de socavones. Agotado, utilizó las pocas fuerzas que le quedaban para dirigir unas palabras a los organizadores: “¡Son ustedes unos asesinos, sí, unos asesinos!

Octave Lapize empuja su bicicleta en las rampas del Tourmalet. Foto: Cordon Press
Octave Lapize empuja su bicicleta en las rampas del Tourmalet. Foto: Cordon Press

En su primera ascensión el Tourmalet ya se convirtió en algo más que un simple paso de montaña. Un símbolo del ciclismo. Una interminable carretera flanqueada por montañas que parecen tocar el cielo con sus cumbres nevadas. Desde 1910 han sido 81 las veces que ha pasado La Grande Boucle por el Tourmalet. Más que ningún otro puerto de montaña.

El Tourmalet es largo y duro, ya sea por la vertiente de Luz-Saint-Sauveur o Sainte-Marie-de-Campan. Cerca de veinte kilómetros de longitud con pendientes muy constantes por encima del 7%. Su serpenteante carretera ha decidido Tours tanto en la subida como en la bajada. Aquí se presentan alguno de los momentos más memorables:

El infortunio de Eugène Christophe en el Tourmalet

Eugène Christophe era una de las grandes figuras del ciclismo francés de principios del siglo XX. Eterno candidato por hacerse con la victoria final en París. Durante el Tour de 1913 tenía todo de cara para llevarse la clasificación general, pero durante el descenso del Tourmalet se le rompió la horquilla de su bicicleta. Al no estar permitido recibir ningún tipo de ayuda externa cargó con su bicicleta cerca de 14 kilómetros hasta la localidad de Sainte-Marie-de-Campan. En Campan se dirigió a una forja y el mismo arregló su horquilla. Perdió toda posibilidad de ganar el Tour, aunque su empeño en no abandonar fue reflejado con gran pasión por las crónicas de la época. Christophe fue de los ciclistas más populares y talentosos de su época. Nunca llegó a ganar el Tour, pero su gesta en el Tourmalet aún es vivamente recordada.

Rivalidades de leyenda bajo la mirada del Tourmalet

Durante la undécima etapa del Tour de 1949 entre las localidades de Pau y Luchon el Tourmalet está presente en una exigente jornada pirenaica. Los grandes favoritos son los italianos Bartali y Coppi. En el primer puerto del día, el Col del Aubisque, un espectador lanza una botella de cristal a Bartali que le impacta en el rostro. El italiano, conmocionado en el suelo se recupera tras unos minutos y decide volver a subirse a la bicicleta. Coppi marcha por delante con el resto de los favoritos, mientras que Bartali en persecución y con el cuerpo malherido intenta perder el menor tiempo posible. A continuación, superan el Tourmalet, Aspin y Peyresourde.

A pesar de las circunstancias, en la meta de Luchon Bartali pierde algo más de cuatro minutos con Coppi. Finalmente, Coppi se haría con la victoria final en Paris seguido de Bartali. Una de las más grandes rivalidades de la historia del ciclismo.

Fausto Coppi en la cima del Tourmalet. Foto France Press
Fausto Coppi en la cima del Tourmalet. Foto France Press

Una montaña mítica como el Tourmalet tampoco se podría comprender sin el que ha sido designado como el mejor escalador de la historia del Tour. El toledano Federico Martín Bahamontes. Nadie ha pasado tantas veces como él en primer lugar el Tourmalet. Hasta en cuatro ocasiones. En esas jornadas pirenaicas apuntaló en buena parte sus seis victorias en la clasificación de la montaña y su Tour de 1959.

El más grande de todos los tiempos, el belga Eddy Merckx, también dejó su impronta en las rampas del Tourmalet. 1969 fue su primera aparición en el Tour, arrasó desde el inicio. Merckx llegaba a la decimoséptima etapa con cuatro triunfos parciales y más de ocho minutos de ventaja respecto al francés Pingeon, segundo en la general. Antes de iniciar la jornada pirenaica, Merckx hizo unas declaraciones que no dejaron ninguna duda de sus intenciones: “Cuando los demás lleguen a meta yo ya me habré duchado”.

En los primeros kilómetros de la etapa Merckx se escapa junto a su compañero de equipo Martin Van den Bossche. En las rampas finales del Tourmalet, Merckx lanza un ataque a su propio compañero de equipo y se marcha en solitario haciendo un arriesgado descenso. Merckx estaba molesto porque se había enterado de que Van den Bossche estaba en negociaciones con otros equipos. Con este ataque de soberbia y fortaleza Merckx llegó a la meta en la localidad de Mourenx sacando cerca de ocho minutos al grupo perseguidor. Fue el inicio de la tiranía del belga en el Tour.

Merckx en el momento de dejar atrás a su compañero Martin Van den Bossche. Foto France Press
Merckx en el momento de dejar atrás a su compañero Martin Van den Bossche. Foto Cordon Press

El ciclismo español y el Tourmalet

Además de Bahamontes, otros nombres ilustres del ciclismo español han sido protagonistas en el Tourmalet. La primera victoria de etapa de Pedro Delgado en el Tour fue durante la edición de 1985, y se fraguó en el Tourmalet. A falta de cuatro kilómetros de coronar el puerto, saltó de un grupo de favoritos entre los que se encontraba Bernard Hinault. El segoviano fue abriendo camino para lanzarse en el descenso y afrontar la última subida del día a Luz Ardiden. Delgado llegó a la meta en solitario y alzó los brazos bajo una espesa capa de niebla.

Dos de las mayores gestas de Miguel Induráin tuvieron lugar en el descenso del Tourmalet durante las ediciones de 1991 y 1993. En 1991 Indurain sentenció su primer Tour en el descenso del Tourmalet marchándose en solitario con Chiappucci. Etapa para el italiano y general para Induráin, el navarro se enfunda por primera vez un maillot amarillo que ya no soltaría. Dos años más tarde, en otra jornada pirenaica el suizo Tony Rominger corona el Tourmalet con casi un minuto de ventaja respecto al grupo de favoritos en el que se encuentra Induráin. En el descenso, Induráin lanza su bicicleta a casi 100 kilómetros por hora para dar caza al suizo en Luz-Saint-Sauveur.

Induráin y Chiappucci ascienden el Tourmalet. Foto : Graham Watson
Induráin y Chiappucci ascienden el Tourmalet. Foto : Graham Watson

Con la entrada en el siglo XXI el Tourmalet no ha perdido ni un ápice de su historia y simbolismo. Es sin duda alguna el puerto más frecuentado por el Tour y los cicloturistas. Para el 2023 el Tourmalet estará presente tanto en el Tour de Francia masculino como femenino, además de la Vuelta a España. En las rampas de este  coloso pirenaico se han escrito alguna de las páginas más memorables del ciclismo, y las que todavía quedan por escribir.

2 comentario en “El Tourmalet: un coloso pirenaico convertido en mito del ciclismo”

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