Pogačar

Tadej Pogačar sigue siendo el niño que era cuando asombró a todos con sus tres etapas y su tercer puesto final en la Vuelta a España de 2019. Ya tiene 24 (1998, Komenda, Eslovenia), pero conserva esa mirada juvenil y divertida, propia de un chaval que hace las cosas para divertirse. Pogi, el apodo con el que era conocido de pequeño por lo diminuto que era, se ha convertido en tan solo cuatro años de profesional, con sus ataques y su valentía, en la cara del nuevo ciclismo. En este breve periodo de tiempo ha ganado dos Tours, y ha sido segundo en otro, tres monumentos –una Lieja-Bastoña-Lieja y dos Giro de Lombardía–, dos Tirrenos, y 55 victorias con la conquistada este domingo en la última etapa de la París-Niza

El mejor corredor de los últimos años decidió comenzar la temporada en el sur de nuestro país. En su primera carrera, en la Clásica de Jaén, ganó en solitario con un ataque a más de 40 kilómetros de la meta en la cuesta de un camino de gravilla y arena. “Las victorias más espectaculares llegan cuando haces algo loco”, afirma Tadej. Su siguiente objetivo fue la Vuelta a Andalucía, prueba que se disputó entre el 15 y el 19 de febrero. A pesar de contar con grandes rivales –Enric Mas, Mikel Landa, Carlos Rodríguez–, Pogačar arrasó con tres victorias de etapa y el triunfo final en la clasificación general. “¿Qué podemos hacer con él? Disfrutar de él…”, contestaba resignado Landa que acabó segundo en la general. 

El duelo que marcará una época

El esloveno que no sabe no correr al 100% aprendió una lección en la 11ª etapa del pasado Tour de Francia. Ese día con final en el Granon, Pogačar claudicó ante la estrategia del Jumbo-Visma. Aquel día salió a todos los ataques del equipo neerlandés, y en la última subida, pagó las consecuencias de no haber confiado más en sus compañeros de equipo y de haber gestionado mal los esfuerzos. Acabó la etapa exhausto, derrotado, por primera vez en su flamante carrera, una imagen que no habíamos visto nunca antes. Acostumbrado a ser divino, ese día aprendió una lección que jamás olvidará. Estas cosas pasan en el ciclismo, y el hecho de haber perdido el Tour le ha dado más motivación si cabe para seguir buscando la senda de la victoria.

Jonas Vingegaard, fue el que acabó con su reinado en La Grande Boucle. Tras su hundimiento en el Granon, Pogačar siguió intentándole en todos los terrenos. Pero Vingegaard demostró que no era un ganador menor. El danés, fruto de la ciencia extrema del Jumbo, mezcla de física, matemáticas y gestión de grupo, supo responder a todas las emboscadas que propuso Tadej. “Cuando uno hace todo lo que puede en el escenario que se le presenta, cuando lo da todo, cuando da más de lo que tiene y aún así pierde, tienes que admitir que hubo alguien mejor que tú”, así resumió el propio esloveno la superioridad de Jonas en el pasado Tour.

Tadej Pogačar celebra la victoria por delante de Jonas Vingegaard en la Planche des Belles Filles, en la 7ª etapa de la pasada edición del Tour de Francia (Marco BERTORELLO / AFP)

La temporada para ellos se divide entre semanas de concentración en altura y semanas de competición. Los meses en los que las carreras se usaban para entrenarse con dorsal, para bajar peso y perder las grasas acumuladas en los meses más duros de invierno, se han convertido en la primera oportunidad del año de sacar a relucir el colmillo –como han demostrado ambos en sus primeros días de competición–. 

Tras varios meses de espera, hemos podido disfrutar del gran duelo que se vivió en julio en las montañas alpinas y pirenaicas del Tour. París cerró el duelo con victoria de Vingegaard, pero las montañas del Macizo Central francés han vuelto a escribir un nuevo capítulo en la rivalidad del esloveno y el danés. Los dos se presentaron el pasado domingo 5 de marzo en la salida de la París-Niza habiendo ganado ya esta temporada. Cada uno a su manera. Vingegaard arrasó en tierras gallegas, en O Gran Camiño, una carrera nueva sin mucho historial, ni gran participación, pero que le sirvió para ponerse a prueba tras pasar varias semanas concentrado en el Teide. Por su parte, Pogačar venía de pasearse por el sur de Andalucía.

La mejor defensa es un ataque

En el primer cara a cara ha habido un claro ganador. Pogačar se ha mostrado muy superior al resto de corredores y, en especial, a su gran rival, a Vingegaard. Queda mucho para que el Tour eche a andar en tierras vascas –saldrá de Bilbao el 1 de julio–, pero el esloveno ya ha demostrado que a día de hoy nadie puede con él. Ahora el Jumbo-Visma deberá analizar lo que ha pasado y preparar la estrategia para intentar frenar a alguien que de momento, desde que ha comenzado la temporada, corre sin cadena.

Pogi, al igual que en Andalucía, ha impuesto su superioridad de principio a fin en la París-Niza. En trece días de competición entre febrero y marzo, nueve victorias. En 4ª etapa Vingegaard (3º en la general a 1min y 39s) fue muy ambicioso y atacó primero. Tadej respodió y no se separó de la rueda de su gran rival, sonrió a la cámera de televisión y espero el momento oportuno para contraatacar. Solo David Gaudu (2º en la general a 53s), al que acabó batiendo en el sprint, pudo seguir su ritmo infernal.

El resultado de la 8ª y última etapa disputada este domingo fue el mismo. Un ataque suyo a 19 kilómetros ha terminado por sentenciar la carrera. A Pogačar, más rápido y explosivo que sus rivales, le valía con llegar al sprint, pero eso le hubiera sabido a poco, no habría sido una victoria espectacular porque para eso hay que hacer locuras. Le gusta disfrutar de los últimos metros en solitario y levantar los brazos sin que nadie aparezca en la foto. En la meta final de Niza lo ha logrado. Tercera victoria de etapa y primera París-Niza en el bolsillo.

Pogačar hace una reverencia al cruzar, como ganador, la meta de Niza (Sebastien NOGIER / EFE)

Con su mechoncito rubio sobresaliéndole del casco, entra en meta con una sonrisa y haciendo una reverencia. Su actuación en la Carrera hacia el sol ha terminado, pero su gira no ha hecho más que comenzar. Ahora vienen las clásicas, y Pogačar que ya ha empezado el año ganando una en Jaén, mira a los grandes momumentos con optimismo y con varios de ellos entre ceja y ceja. La siguiente parada para el niño maravilla será el próximo domingo en la Milán-San Remo. En las cuestas del Poggio tendrá una nueva oportunidad de seguir agrandando un palmarés que crece a ritmo de vértigo, a ritmo de un rap esloveno que tan bien le define, llamado “nacido para brillar”. Con o sin reverencia, el espectáculo con Tadeo siempre está asegurado.

por Juan Hernández Herrero

Periodista por la Universidad Complutense de Madrid. Interesado en el periodismo internacional, cultural y deportivo.

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