La desolación de Miguel Ángel López

De héroe a villano en apenas unas horas. Se dio de baja de Movistar en La Vuelta a España, superado totalmente por la situación de carrera, incapaz de gestionar sus emociones. Una vez más. Dejó tirado a su equipo, a sus compañeros, a sus rivales, a la carrera, a la organización, a los aficionados, al ciclismo. En definitiva, a sí mismo. La más que probable salida de Miguel Ángel López del Movistar para volver al Astana de Aleksandr Vinokúrov no solucionará en nada su tremendo error.

No existe motivo alguno para que un profesional de élite, si no lo aquejan problemas físicos o de salud o personales de gravedad, abandone una competición de máximo nivel en su momento más álgido. Ni en la victoria ni en la derrota. Pero mucho más en este deporte, donde el esfuerzo y el sufrimiento no se negocian. El ciclismo es darlo todo por llegar a la meta, por lograr el objetivo. Llueva, nieve o haga un calor insoportable como lo fue en esta Vuelta.

Es incomprensible su manera de actuar, por mucho que unos tantos quieran ver problemas de xenofobia y racismo en el equipo español Movistar Team. Ni una sola prueba de ello, ni una sola declaración, ni del propio Miguel Ángel López ni del equipo telefónico, que invite a pensar que tremenda canallada se pudo haber cometido. ¿Que el equipo mandó parar al ciclista? ¡Absurdo mire por donde se mire! Hablar por hablar, generar un ruido molesto y que solo perjudica al propio protagonista de esta grotesca situación.

Miguel Ángel ya no es más ‘Superman‘

Él fue su kryptonita. Su cabeza, su característica calentura sobre la bicicleta le llevó tomar el peor camino cuando no podía asimilar la derrota, tirando por la borda todo lo logrado en esta Gran Vuelta. Posiciones de podio que se escaparon por una brillante estrategia ejecutada por un equipo rival, aprovechada por su más próximo perseguidor en la Clasificación General. Ese momento fue el inicio del desastre, el comienzo de todos los males de Miguel Ángel López. Que pierda la rueda de Jack Haig en el ataque de Adam Yates no es culpa ni de Eusebio Unzué, ni de ‘Chente‘ García Acosta, ni de Patxi Vila ni de Enric Mas. Es culpa exclusivamente de Miguel Ángel López, y ese es el origen de todos sus problemas.

En el Gamoniteiro escribió su nombre con letras de oro. El primero en coronar lo que será un puerto referente en La Vuelta. Allí, es esa linda Etapa 18 de Alta Montaña, volvió a demostrar que tiene la capacidad para pelear deportivamente con los mejores ciclistas del mundo. Nadie pone en duda las enormes condiciones que tiene Miguel Ángel López para competir de tú a tú con los Egan Bernal, Primož Roglič o Tadej Pogačar.

Pero tras los acontecimientos de dos días después, queda claro que no tiene la mentalidad ganadora y de lucha suficiente para reponerse de las caídas, tanto físicas como morales. Aprender a perder es tan importante como aprender a ganar. El deportista profesional, y sobretodo de élite, que no lo entienda, no llegará muy lejos en un ambiente deportivo cargado de presiones por todos los lados.

La salud mental en los deportistas de élite

Vivimos en una sociedad donde nos cuesta admitir que hay que cuidar la cabeza. La psicóloga es y será fundamental en todos los aspectos de nuestra vida, eso incluye el deporte, tanto aficionado como profesional. Y si hablamos de los deportistas de élite, su importancia crece todavía más, por mucho tabú que sea hablar, charlar, debatir o publicar sobre ello.

La valentía de Miguel Ángel López de salir en los medios radiofónicos y reconocer su error, poner la cara ante los periodistas de la Cadena SER de ‘Carrusel Deportivo‘ y de ‘Tiempo de Juego‘ de la Cadena COPE es de valorar. Pero se quedó corto, intentó justificar lo injustificable. Además, debió atajar de raíz todas esas voces que lo perjudican, poniendo en duda sus propias palabras y afirmando acciones del Movistar en contra de él que, a día de hoy, no han sido corroboradas con pruebas fehacientes o por nadie en concreto.

Nadie está exento la ansiedad o de la depresión. Habrá personas que tengan un grado mínimo de ansiedad y otras que deban acudir a la ayuda de profesionales. Más allá de los títulos, trofeos, triunfos o medallas cosechadas a lo largo de una carrera profesional, los deportistas de élite no son máquinas. Por lo que, tanto ellos como cualquier persona de a pie, puede enfrentarse a una crisis de salud mental. Le pasó a López y no es la primera vez. Debe tratarse, con ayuda del equipo, ya sea Movistar o vaya a ser el Astana. Y si no se la proporcionan, debe ser él mismo el que busque ayuda profesional con premura. De lo contrario, la carrera profesional de Miguel Ángel terminará más pronto que tarde.

No hay que irse muy lejos. La gimnasta artística Simone Biles reconoció problemas de salud mental en los pasados JJ.OO. de Tokio abandonando algunas de sus pruebas estrella. La joven tenista Naomi Osaka se retiró del último Roland Garros tras reconocer que sufre de depresión y ansiedad, y que no presentarse en las conferencias de prensa obligatorias, fue un intento de cuidar su salud mental. El neerlandés Tom Dumoulin, campeón del Giro ’17 y Campeón del Mundial de CRI de ese mismo año, reconoció que durante demasiado tiempo sitió una gran presión por rendir al más alto nivel, por eso su retiro temporal a principios de esta misma temporada. ¿Por qué debería ser el Caso Miguel Ángel López diferente?

«Somos personas, humanos de carne y hueso y nos equivocamos«

Le honra a López que sea sincero y reconozca el enorme, el gigante error que cometió. Debió terminar La Vuelta a España independientemente del resultado. Como referente a tantos aficionados, no solo en Colombia, también a nivel mundial, debió pensar en todas esas personas que desearían estar en sus zapatos, jóvenes que lo tienen a él como una figura y un personaje público a seguir e imitar. Su calidad como ciclista es indiscutible, pero los últimos actos cometidos no tienen ninguna justificación, ninguna.

Desear lo mejor a Miguel Ángel López. Él tiene la capacidad para influir en muchas personas. Ojalá que pueda recuperarse, porque todavía puede llegar a darnos muchas alegrías deportivas.